Historia - Pueblos Primitivos
A la llegada de los conquistadores, la región de Ocaña se encontraba habitada por diferentes pueblos aborígenes cuya denominación genérica de HACARITAMAS ha sido generalizada por la tradicion. Sin embargo, dadas las características del territorio como zona de expansión caribe, y con base en los descubrimientos arqueológicos realizados por los padres Debilly y Escobar (1932), bien puede determinarse que en la antigua Provincia de Ocaña se destacaron las culturas de origen caribe: los HACARITAMAS y la denominada CULTURA DE MOSQUITO, cuyos vestigios arqueológicos responden a la misma concepción estética, fabricación y fines que los descubiertos en Honda y Tamalameque.
Basados en documentos notariales y eclesiásticos, en los que proporciona el Archivo General de la Nación y en las investigaciones históricas y arqueológicas, se puede tentativamente determinar que los grupos indígenas que poblaban la región de Ocaña durante el siglo XVI, eran:
ABREGO: Uramas (o Luramas), Evorucos y Patajemenos.
ASPASICA: Aspasicas y Aratoques.
BUCARASICA: Turmeros y Bucarasicas.
BUENAVISTA Saguás. Tequeteques y Hormigas.
HACARI: Lucutamas.
LA PLAYA: Peritamas. Oropomas y Boquinies.
OCAÑA: Hacaritamas y Simitariguas.
SERRANIA DE OCAÑA Y LOS ANGELES: Cultura Mosquito.
BROTARE: Brotarés (y Otarés?).
RIO DE ORO: Buromas (O Buramas).
TEORAMA Y SAN CALIXTO: Tiuramas (o Teuramas). Cucurimas y Burgamas.
GONZALEZ: Búrburas, Bujariamas y Teuramas.
Para infortunio de la historia local, los cronistas no registraron datos sobre la vida de los pueblos de esta zona. El trato inhumano, el traslado masivo de poblaciones a lugares inhóspitos y las enfermedades traídas por el hombre blanco, diezmaron muy pronto estas agrupaciones, cuya cultura está aún a la espera de un estudio sistemático y científico.
Señala don Eustoquio Quintero, uno de los pioneros de nuestra historia regional, que "El gran pueblo de los Orotones... era vastísimo y vivían en caneyes. Por las montoneras de tierra que se encuentran en aquellas casas se juzga su grandeza. Sus calles de forma circular y rodeaban un centro, como los bordados ribetes de un caracol hasta dar a unas colinas artificiales que se supone eran los derruídos escombros del palacio del Mandarín. El cementerio tenía un cuarto de legua, yo lo he visto y sacado de sus sepulturas, cristales de roca, collares de hueso y una variedad de trastos de loza con dibujos indelebles". Los datos recogidos por Quintero nos hablan también de las "mantas de algodón crudo" que usaban los indígenas. Esta cita se apoya en la noticia de Martin Carvajal, quien afirma: "A fines del siglo XVIII, durante el virreinato de Mesía de la Zerda, se hallaron unas momias y mantas en la jurisdicción de Ocaña, de que da cuenta la obra del P. Julián de Palviccini, "La Perla de América"... Dice el P. Julián: "En una de las sierras que rodean la ciudad de Ocaña hay ciertas cavernas donde se hallan indios muertos sin corrupción alguna. A más de los cuerpos se hallan mantas y colchas de cama, tejidos de algodón..."
LA CULTURA DEL MOSQUITO (O DEL BAJO MAGDALENA)
Dentro del panorama étnico primitivo de Norte de Santander, la Cultura Mosquito se destaca de manera notoria debido a su singular localización y, a juicio del profesor Paul Rivet, sus características la hacen aparecer como "la forma cultural típica de toda esta zona fluvial de tránsito y expansión karib" (2). Esta cultura ocupó una y otra margen del río Magdalena y sus vestigios han podido localizarse en Guarinocito (Caldas), río de la Miel, Territorio Vásquez (Boyacá), Barrancabermeja, Valle del Lebrija, Tamalameque y Ocaña. La denominación de «Cultura del Mosquito" se debió al Dr. Gregorio Hernández de Alba, quien la tomó de la hacienda donde se efectuaron los primeros descubrimientos arqueológicos. Posteriormente, para evitar confusiones con una civilización centroamericana de nombre similar, el Dr. Hernández de Alba modificó el nombre por el de "Cultura del Bajo Magdalena": el profesor Rivet la llamó, simplemente, «Cultura del río Magdalena ".
Por los años 1932-1933 se efectuaron los primeros descubrimientos arqueológicos por los sacerdotes Debilly y Escobar, que pusieron al descubrimiento los vestigios de esta cultura. Dichos hallazgos consistieron en una serie de tumbas (de 1.50 y 2 m de profundidad), localizadas bajo montículos artificiales, que contenían urnas funerarias de forma ovoide y variadas dimensiones; de igual manera fueron encontradas flautas de hueso y un plato. En el interior de dichas urnas se encontraron huesos calcinados, indicio claro de enterramientos secundarios.
En 1934 aparece una corta noticia sobre una urna encontrada en Los Angeles, en las cercanías de Ocaña, que posteriormente fue obsequiada por los señores Alfonso Wittick y C.K. Fadden al American Musseum. En 1938, cl Director del Museo Arqueológico Nacional, Dr. Gregorio Hernández (le Alba, suministra más datos al respecto, debiéndose a él, como anotáramos atrás, la primera denominación de que se tenga noticia sobre esta interesante agrupación. Las urnas descubiertas en la hacienda (le Mosquito se exhibieron por primera vez en la Exposición del Centenario de Bogotá (1938).
Los estudios científicos que se han realizado sobre la cultura Mosquito, y a los cuales remitimos a nuestros colegas y a los interesados por esta temática, corresponden a los insignes investigadores Gerardo Reichel-Dolmatoff, Alicia Dusán de Reichel y el eminente Paul Rivet, colaboradores que fueron de la Academia de Historia de Ocaña y de Hacaritama.
En su estudio titulado "Las urnas funerarias en la cuenca del río Magdalena", los esposos Reichel-Dolmatoff señalan claramente la diferencia entre el enterramiento primario y el secundario. En el primero, se introduce entero el cadáver dentro de la urna; en el segundo, se depositan solamente los restos, calcinados en la mayoría de los casos.
Las urnas encontradas en la región de Ocaña son de "forma cilíndrica, alta, con base redondeada terminada hacia arriba en cuello ligeramente inclinado hacia el interior. Mientras que algunas urnas carecen de asas, otras tienen cuatro grandes protuberancias cónicas dirigidas hacia abajo que rodean la urna en la región donde el cuerpo se deprime para formar el cuello. Además, esta forma de asa representa a veces la cabeza de una figura zoomorfa con partes del cuerpo en alto relieve. La tapa es de forma de casquete esférico, a veces con un pequeño reborde y sostiene una figura humana sentada en posición convencional. El cuerpo es hueco, de forma cilíndrica achatada, con cuello corto que se une a la cabeza, cuya cara es ancha con una saliente sobre la frente que representa el pelo. Los ojos son rectos, largos y están entreabiertos. La nariz, bien moldeada, es prominente y curva, atravesada por una perforación circular. Las orejas grandes tienen en el lóbulo un adorno en forma de botón cilíndrico. La boca es un recorte largo y recto. La mandíbula es corta y no está marcado el ángulo del mentón.
El sexo, el ombligo y las tetillas están representados sobre el tronco que también tiene un cinturón". Una pieza con estas características, puede apreciarse hoy en la Casa de la Cultura de Ocaña.
Los expertos han determinado que la Cultura de las Urnas tiene una antigüedad que fluctúa entre 1200 y 1500 años, deduciéndose de su análisis, lo siguiente: a) este pueblo practicaba el culto a los muertos; b) tenían cultos totémicos; c) practicaban deformaciones corporales.
Una muestra más del grado de cultura de los pueblos que habitaron la provincia de Ocaña nos la proporcionan los petroglifos localizados en el "Hatillo" (Ocaña), Teorama, "La piedra del indio", y los hallados en "El Tronadero", entre Convención y El Carmen. Lamentablemente, la investigación arqueológica y la protección y rescate de este valioso patrimonio cultural aún esperan el apoyo estatal, lo cual permitirá poner al descubierto esa parte de nuestra historia prehispánica, hoy envuelta en la oscuridad.
Como recuerdo del ocaso de nuestros primitivos pobladores indígenas. Queda hoy -aparte del escaso material arqueológico- una toponimia que identificamos en nombres como Torcoroma, Sinuga, Hacarí, Teorama, Aspasica, Búrbura, etc.
Tomado de la Revista Hacaritama Academia de Historia de Ocaña Escrito
Por: Luis Eduardo Páez García