La Gran Convención
El Imperio Grancolombiano está herido de muerte. La ley del 7 de agosto de 1827 designa a Ocaña como sede de su esperanza: La Gran Convención. Era una época de crisis, la república se debatía entre la pobreza y la violencia, Páez en Venezuela se había levantado desconociendo el gobierno de Santa Fé, con claras intenciones separatistas lo mismo sucedía en el sur con Flores en Quito.
El 9 de abril de 1828 se instala la Gran Convención en el templo de San Francisco El vicepresidente Santander encabeza un amplio grupo de diputadas que combaten las ideas del Libertador, este a su vez tiene en el recinto a José María del Castillo y Rada Aquellos quieren minimizar el poder de Bolívar, estos pretenden conservarlo; aquellos piden el régimen federativo, estos abogan por el centralismo, unos y otros son radicales, se trenzan en disputas, se ofenden mutuamente, se denigra y vitupera la obra del libertador, hasta que el 10 de junio en la madrugada los diputados bolivaristas abandonan la ciudad, con rumbo a la Cruz (Abrego) y dejan sin quórum la Convención, que se disuelve fracasada Vargas Tejada escribe al borde de una mesa:
"Yace aquí la convención del pueblo colombiano que muere con honor después de actuar en vano su corazón vi herir con puñal asesino por el mismo enemigo que a su recinto vino pero renacerá, no pierdo la esperanza, más grande y más ilustre el día de la venganza". Venganza que quieren consumar el 25 de septiembre de ese mismo año. cuando el poeta y otros conjurados penetran al Palacio de San Carlos para asesinar a Bolívar. Diluida la Gran Convención se desencadenaron fatales acontecimientos: la dictadura y sus consecuencias; el atentado de la noche septembrina; el fusilamiento de Padilla: la muerte de Vargas Tejada: el destierro de Santander: el destierro de Nicolasa Ibáñez la hermosa amante del vicepresidente: y lo más grave, la destrucción de la Gran Colombia. Del Imperio Latinoamericano; primero se desprende Venezuela con las actas de Valencia y luego el sur. El Libertador es repudiado por su país natal y por muchos colombianos.
A principios de enero de 1829 se rumora un nuevo alzamiento de los Colorados, esta vez bajo el mando de José Francisco Caviedes. Francisco Aquilino Jácome como autoridad política toma cartas en el asunto y alerta a sus subalternos, pero a pesar de las prevenciones, el mismo 6 de enero a las 9 de la noche los amotinados al mando del citado Caviedes se apoderan del cuartel de artillería y su armamento. Durante el enfrentamiento Caviedes muere por un balazo de uno de los centinelas: los ciudadanos solidarios atacan el cuartel y apresan a los amotinados. Ante los rumores de otro asalto para liberar a los prisioneros, los alcaldes de El Carmen y La Cruz envían refuerzos a Ocaña.
El 9 de marzo llega de Mompós sentencia de muerte contra los revoltosos, y los once prisioneros son fusilados y confiscados sus bienes. Al respecto el General Mantilla escribe a Bolívar desde Cartagena el 2 de marzo de 1829 diciéndole que corregiría estos alzamientos con todo el rigor de la ley y agregando: "que tal infierno le había dejado la Convención, que tendría que volverse un belcebú para lidiar con tanto diablo trabuquero"
Tomado del libro: Historia y Geografía del Municipio de Ocaña.
Escrito Por: Mario Javier Pacheco